Mi curriculum de fracasos



Leo una historia extraordinaria, resulta que Johannes Aushofer, profesor adjunto de psicología y asuntos públicos de la Universidad de Princeton, tuvo la brillante idea de escribir su currículum académico. Pero no con los logros que ha tenido en su vida, sino por el contrario, con cada uno de sus fracasos. Un currículum al revés.

Por ejemplo coloca una sección llamada "Programas de posgrado en que no fuí admitido", otra "Posiciones académicas y becas que no me dieron", "Artículos rechazados en revistas científicas" y así sucesivamente. Dice don Johannes en la introducción de su currículum "La mayor parte de las cosas que intento fallan pero estas fallas son a menudo invisibles, mientras que mis éxitos son visibles. He notado que esto a veces causa la impresión que todo lo que hago me resulta bien. Como resultado otros tienden a culparse a si mismos de todos sus fracasos, sin considerar el hecho que el mundo funciona principalmente en base al azar, los puestos a que hemos postulado pueden estar arreglados de antemano o los comités de selección de las revistas pueden haber tenido un mal día cuando reibieron mi artículo. Este currículum de fracasos es un intento de balancear el otro currículum y poner algunas cosas en perspectiva".

Como dije, me pareció una idea increíble, de esas que me enamoran a primera vista. Así es que sin más demora me pongo a hacer mi propio currículum de fracasos, adjuntaré copia a mi pomposo Curriculum Vitae, que es una especie de escaparate de diplomas y galardones. En fin, aquí voy:

1.-Cuando no quedé aceptado en la universidad
Fue mi primer fracaso. En el año 1973 cuando di la Prueba de Aptitud Académica, estaba convencido de ser un maldito superdotado, siempre me creí más inteligente que los demás y lleno de confianza hice una sola postulación a la carrera más difícil, de la universidad más selectiva de Chile: marqué Ingeniería Civil Electrónica en la Universidad Técnica Federico Santa María. Luego me fui muy contento a esperar que me recibieran con los brazos abiertos. Obviamente no quedé seleccionado. Si hubiese sido un poco menos petulante habría postulado también -por si acaso- a Ingeniería de Ejecución Electrónica en la Universidad del Norte, donde con ese mismo puntaje habría entrado sin problemas. 

Encontré entre los viejos papeles mi puntaje en la Prueba de Aptitud Académica de 1973: 772 puntos prueba verbal, 672 puntos prueba matemática. Los puntajes top empezaban en esos años a los 770 más o menos, obviamente las matemática no eran mi fuerte, pero igual me salvé de ser un maldito picapleitos. Pero bueno, fue una lección brutal de humildad, me dolió pero no la olvidé más. 


Fue una gran suerte. De haber quedado seleccionado en la Santa María no habría durado ni un semestre. En esos años todavía no existían las calculadoras, solo los superdotados de verdad podían ser ingenieros y lamentablemente ese no era mi caso, yo era pillito nomas.  Lo otro que aprendí de ese fracaso es que siempre hay un second best. Cuando uno fracasa en algo grande puede intentar lo mismo pero en menor escala. Así fue como estudié para Técnico Electrónico en Incap, con lo que igual conseguí ese lindo diploma sansano con las torres y las vacas. No era de ingeniero pero algo es algo dijo el diablo. Sin contar que fue una preparación excelente para mis futuros estudios en la universidad.

2.-Cuando "me eché" mi primer ramo
En la universidad me había acostumbrado a creerme el mejor alumno en todas las materias. Creo que nunca nadie terminó una prueba más rápido que yo, nunca. Era muy rápido y aunque no me sacara notas extraordinarias eso me daba cierto prestigio de vivo. En el segundo semestre del segundo año de la universidad reprobé mi primer ramo. Era Análisis de Sistemas, un curso que con el tiempo terminé enseñando, pero cuando lo estudié lo encontré estúpido y aburrido. Sin darme cuenta llegué al último exámen ¡y estaba reprobado! Esa fue la segunda gran bofetada que recibió mi ego, algunos de mis amigos que me creían "inteligente" terminaron la carrera sin reprobar ni un ramo, hasta donde yo recuerdo reprobé tres: además del mencionado después reprobé Electrónica II y uno de los Laboratorios (por inasistencia). Claro que en ese tiempo ya trabajaba y estudiaba al mismo tiempo. Igual fue una tremenda frustración no haber sacado la carrera en el plazo mínimo.

3.-Cuando me echaron de mi primer trabajo
Cuando trabajé en Importadora California, en la Zona Franca de Iquique tuve mi minuto de fama. Llegué como un pobre diablo que pesaba menos que la señora que hacía el aseo, me hacían bromas porque traspiraba mucho y no usaba desodorante (no alcanzaba la plata), etc. pero al poco tiempo era el brazo derecho del dueño y del gerente gracias a dos habilidades clave que tenía: sabía programar computadores y sabía inglés. A esas dos habilidades apareció una tercera de manera casi espontánea: los japoneses de la Casio se hicieron muy amigos míos y preferían trabajar conmigo que con mis jefes. De un día para otro el éxito me sonreía, me dieron mi propia oficina y hasta me invitaron a Tokio, donde consolidé muchas amistades y ya era una micro celebridad en la Casio. ¿Que pasó? Se me subieron los humos a la cabeza, pensé que era indispensable y que sin mi la empresa no podría funcionar. Entonces me puse insoportable, iba a trabajar cuando quería -o sea casi nunca- y abusé tanto de la paciencia de Gabriel Abusleme, que era mi jefe, hasta que me mandó al diablo: "o trabajas como todo el mundo o te vas". Obvio que me fuí indignado, los principios no se transan.

El verdadero fracaso no fue cuando me echaron sino cuando Zvi Posner, el dueño de la empresa, no corrió a mi casa a rogarme que volviera. La verdad le apenó mi PLR pero me dijo "lo siento Tomás pero Gabriel es el gerente, fue su decisión así es que buena suerte nomás, tu eres muy hábil, pero todavía te falta para ser inteligente". Como me tenía simpatía igual me ayudaba pasándome mercadería para contrabandear al Perú, pero pasó el tiempo y pude ver con estupor que la empresa no se derrumbó sin mi genial aporte. Ese fue mi verdadero fracaso, un golpe tan duro que todavía no me repongo.

4.-Cuando la Academia prefirió prescindir de mis servicios
En esos años yo era buen amigo del decano de la Facultad de Administración y Economía de la universidad y me consiguió un puesto como profesor a contrata para dictar Análisis de Sistemas. Fue mi debut y despedida, porque en realidad nunca encajé dentro del ecosistema universitario, hasta el día de hoy me siento como un pájaro raro cuando voy a tomar exámenes o varios otros años en que he sido profesor-hora, creo que jamás podría encajar en ese ambiente -aunque nunca hay que decir nunca. La verdad es que no creo que me aprecien ni me tomen muy en serio, excepto por un grupo minúsculo de dos o tres amigos, para el resto soy un pájaro raro, o al menos así lo siento. Pensándolo bien tal vez no sea tanto fracaso y más bien sería un fracasado si fuera como ellos, pero de todan maneras mi egolatría sufrió una considerable abolladura con esa experiencia.

5.-Cuando me fui a pique como empresario
A fines de los años ochentas, apareció mi primo millonario y me pasó plata para que abriera mi propio negocio, a la vez que me colocó de gerente de la Soc. Comercial San José en la Zona Franca de Iquique. Entonces pensé que no tenía como fallar. Mi primo me aseguraba que me podría hacer millonario si mover un dedo  yo me la creí, todo se trataba de comprar barato y vender caro ¿puede haber algo más fácil que eso? El fracaso fue espantoso, no solo por mi sino por mis trabajadoras que dependían de mi. Pocas veces estuve en una situación tan angustiante y desesperada como en el momento en que me llegó una montaña de deudas y no tuve como pagarlas. Buena parte de mi aversión al trabajo viene de esa horrible experiencia.

6.-Cuando escribí muchos paper que no terminé nunca
Cuando publicaron mi primer artículo indexado en la revista Ingeniare, pensé que sería pan comido dedicarme a eso. Soy bueno investigando y mejor redactando, así es que conversé con algunos amigos y pensé que podríamos hacer una fábrica de papers, con lo que me haría famoso primero y después rico. Pero me mató la autocrítica. Cuando empezaba a escribir y leía, me daba cuenta que el asunto no aportaba nada, que la metodología era dudosa -desde entonces tengo esa especie de fobia hacia la estadística inferencial y los métodos econométricos- pensé que si me publicaban esa basura terminaría avergonzado de mi mismo. Así fue como dejé un montón de artículos sin terminar y no fue sino hasta que me junté con don Ian Thomson que encontré algo que me pareció medianamente relevante. Pero mi soñada de fábrica de papers se quedo en eso: los sueños seños son.

Deben ser muchos más los fracasos, estos son solo los que se me ocurren en el momento y la lista ya se está alrgando demasiado. Hay muchos asuntos en que pienso que puedo ser muy bueno, pero nadie a venido a golpearme la puerta y pedirme que los haga, "si Dios quiere darme, ya sabe donde vivo" es mi grito de batalla, soy más del estilo del pescador que del cazador.

Pero pensándolo bien hay cosas que me enorgullecen de mis fracasos: de cada uno he aprendido algo, he aprendido de lo que soy y lo que no soy, sobre todo hasta donde me alcanza el brazo. Soy menos petulante que antes gracias a mis fracasos, muchos han sido leciones invaluables de humildad. A bofetadas he aprendido, pero los golpes enseñan rápido. Lo que más me enorgullece es que a pesar de haber fracasado tanto y en tantas cosas no me siento un perdedor, como muchos de mis amigos se sienten al primer porrazo. Ssiempre me he parado de nuevo y de algún modo me las he arreglado para mandar al diablo la frustración. Hago mío ese maravilloso párrafo de Mao:

Luchar, fracasar, volver a luchar, fracasar de nuevo volver otra vez a luchar y fracasar otra vez, y así hasta la victoria
(Desechar las ilusiones, prepararse para la lucha, 14 de agosto de 1949)




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